lunes, 13 de agosto de 2012

La operación

  Acababa de salir por la puerta. La operación había sido dura, le entraron dudas durante el proceso, pero una vez empezada no se puede hacer como si nada hubiese pasado.  Recordaba las anteriores operaciones, siempre le habían resultado fáciles, bueno, tan fácil como una operación a corazón abierto podía ser, pero esta en concreto estaba siendo de lo más difícil, incluso ella misma creía poder sentir el dolor del paciente. 

  A medias de la operación no pudo evitar quedarse mirando aquella cara ahora dormida. Desde luego no era la primera vez que la veía, pero quizás si fuese la última. Sabía que su relación con esa persona que allí en la camilla  estaba tumbada no pasaría sino de eso, una relación entre médico y paciente,  meramente profesional. 

  Cerraba ya la herida tras depositar varias cosas en una bandeja, después terminaba de guardar los utensilios y miraba de nuevo los puntos que acababa de dar. Le quedaría cicatriz, pero era un buen precio a pagar por todo lo que había ocurrido. La anestesia le duraría otros tantos minutos en los que descansaría allí tumbado, ajeno a todo. Ella mirándolo por última vez deja a un impulso tomar su cuerpo y pega sus labios en la frente del paciente, retirándolos despacio tras un suave beso al que acompañaban un par de lágrimas. Decidida se da la vuelta y camina hacia la salida con paso firme y decidido, dejándolo solo.

  A decir verdad, aquello no era un quirófano, y por tanto no se había llevado a cabo ninguna operación. Además, seamos sinceros, ella tampoco era médico. Lo que sí es verdad es que se marchó por esa puerta con el trozo de corazón que le correspondía cuyo propietario era aquél que ignorando todo esto dormía en esa cama.

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