domingo, 22 de julio de 2012

Soul dance


 Pasaba por la plaza con el mandil doblado sujeto en esas finas manos que temblaban por el frío. Dentro unas manzanas botaban a cada paso de la ligera muchacha. La niebla apenas le permitía distinguir la luz que emanaba de la chimenea de aquella casona en lo alto de la colina. Dobló una esquina encontrando un oscuro callejón. Una intermitente nube de vapor le hizo fruncir el ceño extrañada por su origen. Tras la nube surgió una figura encapuchada cuyo color sólo se compara al de la muerte. Las curvas de sus prendas se deslizan suavemente hasta despuntar en un brillo metálico que sonríe cínicamente mientras apunta al pecho de la muchacha, la cual deja caer los frutos con expresión de amarga sorpresa, procurando un limpio corte en el abdomen de mano de su verdugo.

  El brillo apagado y las entrañas humeantes reposando sobre el empedrado mezclan el jugo de la vida con unos cabellos rojizos. El verdugo queda enfrente de tal escena observando detalladamente esos últimos borbotones de vida que surgen entre convulsiones.

-¡Eres un desastre!- exalta una apesadumbrada voz que surge a espaldas del verdugo -¿Así es como pretendes conservar la esencia?- la figura recoge con los labios una gota de sangre que corre en el cuello del verdugo dejando caer sus largos y dorados cabellos sobre el hombro de tan siniestro ejecutor – Límpiate, no quisiera que tu mujer nos fastidiara el juego, te queda demasiado por aprender...- le arrebata el mortal filo y lo recorre suavemente con la lengua, limpiando su original brillo.

-So... socorro- balbucea un delicado y ahogado hilo de voz desde el suelo.

-¿Qué tenemos aquí?, ¿Nuestro corderito se aferra a su decadente vida?- se agacha la rubia figura y acaricia la mejilla de la muchacha -No temas cariño, yo acabaré con tus penas- acto seguido se inclina lentamente sobre el pálido cuello en el que entierra los colmillos y sacia sus ansias de sangre.

  Mientras, el verdugo enfunda su “quitavidas” y recuerda todas las almas que junto a él comparten lecho cada noche, hasta que el sol entra por la ventana con rayos de luz que espantan a muertos y resucitan a vivos. Él observa a su mujer vestirse para un nuevo día a través de pequeñas partículas de polvo que danzan en cada haz luminoso.

  Cuando la extraviada hija de Lucifer acaba su festín se relame los labios y se incorpora hacia su compinche.

-Vamos, el puto astro asoma...- ambos se dirigen a la iglesia mayor.

  El primer canto del gallo hace eco entre las callejuelas cuando entran al templo.

-Trae- ella le arrebata el cuchillo -Ya sabes, esta vez que tu excusa sea más creíble- se dirige hacia la cripta cerrando el portón de hierro tras de sí.

  El verdugo agacha la cabeza ocultando su mentón en las negras ropas y toma asiento en uno de los bancos, observando cómo el cura sale de la capilla y comienza a preparar la ceremonia. Algunos feligreses entraban ya, entre ellos la mujer del sombrío criminal que se sienta junto a él.

-¿Dónde estuviste?-

-Tenía pecados que redimir...-